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“Un óvalo de luz incomparable”. Víctor Sueiro: cómo describió los 40 segundos que su corazón dejó de latir y estuvo “más allá de la vida”

Víctor Sueiro tenía 47 años y ya era un periodista consagrado por sus trabajos en medios gráficos y en la televisión cuando, el 20 de junio de 1990, vivió un episodio que cambiaría su vida p...

Víctor Sueiro tenía 47 años y ya era un periodista consagrado por sus trabajos en medios gráficos y en la televisión cuando, el 20 de junio de 1990, vivió un episodio que cambiaría su vida para siempre. Ese día, el entonces conductor del exitoso programa Juguemos en familia fue a realizarse un estudio cardíaco en el porteño Sanatorio Güemes y sufrió una descompensación que provocó que su corazón dejara de latir y él dejara de respirar. Clínicamente, Sueiro estuvo muerto por 40 segundos, hasta que los médicos pudieron volverlo a la vida.

Ya nada sería lo mismo para el periodista a partir de esa vivencia. Compartió con el gran público lo que le había pasado, relató con lujo de detalles lo que sintió al encontrarse muerto (o, al menos, en los umbrales de la muerte). Sueiro narró en el libro Más allá de la vida, publicado en agosto de 1990, lo que fue su “gran experiencia”, como llamó él a esos 40 segundos en los que pasó de las tinieblas a ser atraído por una luz indescriptible de cuya presencia él no quería alejarse.

En su obra, el periodista y animador aseguraba que fueron millones las personas que en el mundo habían vivido algo similar y que su caso le demostró que, contra lo que dijera la ciencia, “existe un más allá”. Con su relato, él buscaba darle esperanza a mucha gente que necesitaba saber que no se termina todo tras exhalar el último aliento. Más allá de la vida fue un verdadero boom de ventas: según la editorial Planeta, vendió cerca de 300.000 ejemplares, más unos 50.000 de la edición bolsillo. Además, se convirtió en el primer volumen de una larga saga dedicada a temas que bordeaban lo religioso, lo sobrenatural y lo científico.

“Quiere decir que estuve muerto”

“La gran experiencia” de Sueiro comenzó en la mañana del 20 de junio de 1990, en el octavo piso del Sanatorio Güemes, en la Sala de Hemodinamia. Allí, el periodista estaba siendo sometido a un cateterismo que no debería ser riesgoso cuando, de pronto, sintió que perdía el conocimiento. “Yo, horizontal en la mesa de intervenciones; una sensación de estar yéndome a la nada”, contaba en su libro el periodista de la revista Gente.

En un principio, Sueiro estaba convencido de que había sufrido un desmayo durante la intervención. Pero un rato más tarde, cuando ya se encontraba en una habitación común del Sanatorio, el paciente tuvo un diálogo con su médico, Jorge Wisner, del equipo de Luis de la Fuente, que le contó una realidad muy diferente.

Wisner: –No te desmayaste, en realidad.

Sueiro: –¿Cómo que no me desmayé? ¿Me lo vas a contar a mí?

Wisner: –No fue exactamente un desmayo.

Sueiro: –¿Y qué fue?

Wisner: –Fibrilaste.

En el mismo libro, el periodista describe la fibrilación como un fenómeno mediante el cuál el corazón “se pone loco”. La explicación continua: “Es como si el corazón estuviera conformado por miles de músculos y que cada uno de ellos se moviera a su propio compás. Esto, obviamente, provoca un caos mortal”. Cuando la fibrilación es extrema, como en este caso, los médicos optan por utilizar el desfibrilador.

Sueiro: –¿Fibrilé? Eso quiere decir que me pusieron en el pecho esos discos que se ven en las películas y que te mandan no sé cuántos voltios y que te hacen saltar y que todos se apartan?

Wisner asintió con la cabeza.

Sueiro: –Oíme... eso quiere decir que estuve muerto. Por lo menos por un tiempo... ¿Cuánto tiempo? ¿Qué hice? ¿Dije algo?

Wisner: –No se puede decir exactamente que estuvieras muerto. Lo que sí se puede asegurar es que sufriste un paro cardíaco y respiratorio.

Sueiro: –Mi corazón dejó de latir y yo de respirar? ¿Cuánto tiempo?

Wisner: –No lo medimos con precisión. Alrededor de unos 40 segundos. Si bien no puedo decirte que estuvieras muerto en el sentido médico de la palabra, tu corazón no latía y no respirabas, pero tu cerebro todavía funcionaba. No estoy seguro de que lo esté haciendo ahora...

Lejos de asustarse con la noticia de que por unos 40 segundos estuvo sin signos vitales, Sueiro se sintió alegre por haber “resucitado” y comenzó a recordar los pormenores de su “gran experiencia”.

Víctor Sueiro cuenta su experiencia con la muerte en el programa de Mariano Grondona“El éxtasis es absoluto”

“El paso de la vida a las tinieblas fue inmediato, instantáneo, puede decirse que no hay como medirlo”, comienza a narrar Sueiro su acercamiento al otro lado, en un capítulo de Más allá de la vida que se llama, precisamente Mi gran experiencia. “Negro total. El mundo fue desenchufado”, acota.

“Casi enseguida, sentí que no tenía tiempo -continua el autor-. No hay calor. No hay frío, no hay viento.(...) De repente, la Luz. Impresionante. Esa luz estaba muy cerca, frente a mi. Era como un sol. (...) Apareció y fue como un baldazo de pintura blanca sobre una pizarra cerradamente negra”.

Entonces Sueiro se dedicó a describir las sensaciones que le despertaba ese resplandor que lo tenía arrobado y que él, en su libro, escribe con mayúscula: “Mi nuevo ‘yo’ sentía la necesidad de acercarse, de entrar a esa Luz para formar parte de ella. No importaba lo que yo quería, era la luz la que decidía todo. Y por sobre todo había dos sentimientos que emanaban de aquella luz, de manera arrolladora, pero suave, como un alud de nubes, una avalancha de besos: el Amor y la Paz”.

“El éxtasis es absoluto”, prosigue con su relato Víctor Sueiro, que insiste con las bondades de aquel resplandor que “era increíblemente brillante pero no enceguecía”. “Estar flotando sin cuerpo, frente a un óvalo de Luz incomparable que emitía una paz con la que ni siquiera soñamos soñar; un Amor que todo lo abarcaba, que hacía que todo tuviera sentido”, escribe el periodista, que recuerda con precisión cada detalle de su inolvidable viaje.

“¡Viniste, gallego!”

Pero no solo había una Luz en las fronteras del más allá descriptas por Sueiro. En un momento de sus 40 segundos sin respirar, se hicieron presentes otros entes en el túnel al otro lado. “De repente, desde las tinieblas que rodeaban la luz, aparecían rostros desdibujados, solo rostros, sin cuerpos. Eran alargados y en sombras, pero no aterradores. Pasaban rápido y flotando por los costados”, escribe el conductor, que luego asegura que esas caras emitían sonidos, como una catarata de voces y tonos diferentes, que para él eran “voces de bienvenida”. De entre todo el murmullo de un idioma ininteligible, él llegó a escuchar con claridad algunas expresiones como “¡Viniste, Gallego!”, que es como lo llamaban sus amigos. También oyó un “Víctor” y un cariñoso “Vittorio”, así como le llegó un “Hola, Tito”, que lo desconcertó. “Porque, salvo mi madre, que mantiene la costumbre, ya nadie me llama con ese sobrenombre”. explica en el libro.

En medio de la descripción de su “gran experiencia”, Sueiro se toma un tiempo para dejar una sensación que tuvo en ese entonces y que se convertiría luego en una esperanza para los millones de personas que conocieron su relato y que optaron por creerle: “Jamás tuve la sensación de que eso era el final de algo. Por el contrario, era inmensamente fuerte e indiscutible para mí entonces (y ahora) el sentimiento de que precisamente ese era el Principio. Y un principio bello, pleno”.

Pero poco a poco la visita del periodista a las adyacencias del más allá fue llegando a su fin. Sintió en un momento que lo estaban “tironeando” para sacarlo de ese lugar. “Yo no quería irme -cuenta-. Hacía fuerza para quedarme. Estaba muy feliz, en paz, pleno, ni por un momento pensé en todos los motivos enormes que tenía para volver. Luché por quedarme, pero de repente la Luz se diluyó. Esta vez lentamente. De a poquito. Otra vez todo se hizo de noche. Cerrada, impenetrable”.

Pronto, poco a poco y gracias a la pericia y celeridad de los médicos en el uso del desfibrilador, Sueiro volvió a recuperar la conciencia. “Salí de la Gran Experiencia con más amor que nunca. Sobre todo a la Vida, a la que encontré nuevos ángulos”, concluye el capítulo el autor.

Una docena de libros

A partir de este placentero encuentro con aquella Luz que el periodista asimiló con “un Ser Superior”, Sueiro comenzó a investigar con avidez qué era lo que le había pasado y descubrió que no era el único que había tenido una vivencia como la de él. Según lo que él mismo contó en el programa televisivo Hora Clave (ATC), conducido por Mariano Grondona, había estadísticas que señalaban que, en el año 1982, unas ocho millones de personas que había vivido lo que entonces llamó Experiencia Cercana a la Muerte (NDE, por sus siglas en inglés). “Coincidían en líneas generales en lo que habían sentido: la Luz, la inmensa paz que no es comparable a ninguna otra que hayamos vivido en la tierra y el no querer volver”.

En la misma emisión, y sin tratar de confrontar lo que le había pasado en el Sanatorio Güemes con lo que podría decir una mirada más científica, Sueiro fue claro: “La ciencia cambia. La fe no cambia jamás. No estoy pretendiendo que me crean. Sencillamente cuento algo que me pasó. Y si me metí en ese brete de hacerlo públicamente es porque siento la necesidad imperiosa de contar eso que yo viví porque le da esperanza a mucha gente”.

Y la esperanza brindada por Sueiro se multiplicó. En una entrevista a este medio, Rocío Sueiro, única hija de Víctor, recordó cómo empezó su padre la escritura de su docena de obras: “Ya en su casa, se propuso escribir su experiencia para la revista Gente, pero se le fue la mano y terminó haciendo un libro”. Y a ese libro, que se convirtió rápidamente en best seller, se le sumó la segunda parte, Más allá de la vida 2, y más tarde llegarían libros sobre ángeles, sobre la Virgen María, los curas sanadores, milagros y otros fenómenos relacionados con la fe. Con sus trabajos, incluso, el periodista llegó a tener su propio programa televisivo en canal 13, Misterios y milagros, que funcionó durante dos temporadas, en 2003 y 2004.

“¡Qué Sueiro apague la luz!”

La llegada de Sueiro a las puertas del más allá se convirtió en un tema que se instaló con fuerza en el imaginario social. Nadie resultó indiferente a este hecho, muy difundido popularmente, y que fue recibido por muchos como un refuerzo de su fe, por otros como un suceso discutible y también por algunos más como un motivo de bromas y chanzas que jugaban irónicamente con el encuentro del periodista con la luz o con sus idas y sus vueltas entre la vida y la muerte. En ese sentido, es recordada la publicidad que hizo el periodista para Edenor en el año 2007, en el que un grupo de personas instaban a “Que Sueiro apague la luz”, ya que, en su incursión al otro lado, él habría dejado la luz prendida.

A los 64, 17 años después de su retorno de la muerte, el 9 de diciembre de 2007, Víctor Sueiro fallecía de un paro cardíaco mientras le estaban realizando un procedimiento quirúrgico en el Sanatorio Otamendi. Desde su primera muerte hasta la definitiva, el periodista había sido sometido a 11 angioplastias y 15 cateterismos.

Poco antes de su postrera internación, el hombre que llevó a millones a renovar la esperanza en el más allá, se comunicó telefónicamente con su amigo el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio -hoy Papa Francisco-, para decirle: “Si viene el ángel a buscarme, le voy a decir que tengo el bolso preparado. Y que espere un momento, para que busque mi cepillo de dientes”.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/un-ovalo-de-luz-incomparable-victor-sueiro-como-describio-los-40-segundos-que-su-corazon-dejo-de-nid20062024/

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